Bienvenidos al escalofriante mundo de mi mente. Pasen, lean y disfruten. No se olviden opinar, ya que aquí todo es GRATIS.

Silencio. 22 - 12 - 2011

Silencio, vil ruin incomodante tras la espera de que llegue algo que lo levante al celeste y elegante cielo.

En ciertos momentos, en esos en los que desearías que el silencio no existiese intentas arreglarlo de mil maneras, soltando una tontería, preguntando o simplemente con una sonrisa, y todo porque el nuestro acompañante ya no tiene nombre, no tiene voz, ni es persona, nos acompaña el silencio, haciendo que suenen hasta cosas que incomodan.

Hace unas noches, me volví a sentir incomodo, no sonaba nada, ni siquiera mi respiración, sentía como si estuviese solo, suspendido en el vacío, acompañado por el silencio y si incomoda compañía retorcida, me sentía perdido. Poco a poco, comenzó a llenarse todo, ni de voces, ni de gritos, de musica, mi fiel acompañante la cual, jamas me abandonó, y se que por mí, cometería cualquier delito.

Me deleito con su melodía, con su bienestar, produce en mi una vibración que me ilumina el día, que hace dejar de pensar, ayuda a que el silencio, desaparezca una vez mas.

Silencio, vil ruin incomodante tras la espera de que llegue algo que lo levante al celeste y elegante cielo.

Caminando por las vias. 06 - 12 - 2011

¿Cuantas veces pasó el tren por la estación de tu vida?

Hay veces en nuestros días que miramos atrás y nos da rabia no habernos montado en el tren cuando tuvimos la oportunidad. Quizás ese tren nos fuese llevado a un lugar mejor, o quizás a uno peor, pero seguramente no estarías con la incertidumbre de no saber cual era el destino. Muchas de esas oportunidades que perdemos es por el simple hecho de no fiarnos ya que no sabemos cual será la siguiente parada, la siguiente estación, ni siquiera si en esa estación habrá alguien esperándonos.

Yo, aprendí a base de palos y derrotas que el tren solo pasa una vez, con suerte dos, y que o se aprovecha o se pierden muchas cosas. No hace mucho que me monté en uno de esos trenes. Al comenzar el viaje no conocía mi destino, ni que me esperaría allí donde iba, pero poco a poco, conforme pasaba el tiempo y veía que no paraba, me di cuenta que el destino era uno de mis propios objetivos, y que quizás jamas pudiese bajar, mejor dicho, no quisiese bajar. ¿El motivo? Tan fácil como la felicidad de saber que estoy haciendo algo por mi.

¿Cuantas veces pasó el tren por la estación de tu vida? Yo no dejo que pase mas de 1 vez.